martes, 18 de junio de 2019

El Comerciante

Una tarde de julio, cuando una historia se me rompía en mis propias manos hablé con el comerciante y le dije: "tráigame 10 rosas, las más bellas de aquí". El comerciante volvió el 7 de Agosto. Al principio las rosas me parecían simples rosas. ¿Qué podrían tener esas rosas? Caminé con ellas por las calles de la ciudad. Decidí volver al comerciante y reclamar porqué esas rosas, eran simples rosas. El comerciante me sonrió y me dijo: Estas 9 rosas son especiales, deja que ellas mismas muestren porqué son tan especiales. Continué mi camino. Nada. Las rosas me seguían pareciendo simples rosas. De pronto, una de las rosas comenzó a reír con cada locura que se me ocurría. Me dije: Esta rosa es muy simpática. Entendí que reír libremente siempre es importante. De pronto, otra cosa comenzó hablar conmigo las historias más interesantes que jamás hubiera escuchado. Podía pasar la mañana entera conversando con ella, sorprendido de todos sus conocimientos. Me dije, esta rosa es la más inteligente. Entendí que lo más hermoso es disfrutar de los aprendizajes y siempre compartirlos. Los días me siguieron sorprendiendo. Las rosas que conocía eran muy especiales. De pronto, una rosa comenzó arreglarse. Se cambió el blanco de sus pétalos por unos rojos muy llamativos. Me dije: Está rosa es muy hermosa. Entendí con ella que amarnos profundamente es la belleza más hermosa. Esa misma rosa me presentó a su hermana y aunque su rojo era más común, me llamó la atención su ingenuidad. Entendí que siempre podemos sorprendernos de las cosas más simples y que siempre podemos ser niños cuando queramos.

Las rosas tenían sus cualidades muy singulares. Me llamó la atención una rosa que estaba muy callada, pero que su aroma era muy particular. El brillo de la luz la destacaba, pero ella parecía no percibirlo. Ella me pareció la más fuerte. Entendí que las acciones hablan por sí solas. Que el sol es quién nos debe hacer brillar independiente que nadie quiera ver nuestro brillo.

 Junto a esa rosa estaba otra que analizaba todo, todo parecía tener un plan. Algo me dijo, esa rosa es la razón. Entendí que la vida tenemos que darle tiempo para pensarla. Escuché a mi mente y aprendí mucho. Pero, eso me hizo sentir triste. De pronto una rosa me tomó el brazo y me acarició la mano con sus pétalos. La suavidad de sus pétalos me llamó la atención. Me dije, que rosa más tierna. Entendí que la tristeza es importante y también hay que vivirla. Estaba absolutamente atónito. Cada rosa era muy especial. Cada en un lugar de la mesa que la destacaba. Cada una de ellas con algo importante que yo valoraba mucho, cada una de las rosas me estaba regalando algo. Los días pasaron y de pronto una de las rosas comenzó a tocar sus hojas produciendo un sonido absolutamente cautivante. Qué rosa más artista, me dije. Entendí que si la rosa tocaba sus hojas para hacer música, la vida estaba hecha para crear todo lo que imaginemos.

Una de las rosas me pidió caminar por el jardín y decidí sacarla. El sol parecía relajarla. No decía mucho. Parecía que solo deseaba descansar al sol. Me dije: esta rosa es la paciencia y junto a ella estaba una rosa muy entusiasta, llena de energía. Me dije: Esta rosa es la esperanza. Las dos rosas siempre estaban juntas y entendí que la esperanza y la paciencia siempre debían estar juntas.

Disfrutaba los días en conversaciones con todas las rosas. Cada una desde su lugar. Una de las rosas parecía estar escondida. Me acerqué y me percaté que le faltaban pétalos, pero que desde sus ramas se asomaba un botón. Parecía tenerla muy cansada, pero algo de esa rosa me llamó la atención. La rosa comenzó hablar conmigo, parecía que veía las otras rosas con la misma visión que yo y por sobre todo es que parecía que ella me miraba de forma especial. Comenzamos hablar y esa rosa me trajo recuerdos muy extraños. Entendí que esa rosa, era el corazón. El comerciante me había dado rosas muy importantes y esta última parecía ser la más importante para mi. Este viaje me había llevado a encontrarme con estas rosas. La rosa corazón escuchó mis sentimientos más íntimos y entendí que la vida se escucha con el corazón y se piensa con la mente. Estaba sentado en la mesa mirando a las rosas y pronto recordé que eran 9, yo había pedido 10. Caminé de regreso al comerciante, en el camino las rosas se fueron quedando con personas que se cruzaban. Llegué al comerciante y ya no me quedaban rosas en el puesto del comerciante sólo encontré un jardín de rosas.

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