jueves, 19 de mayo de 2011

A esa lluvia

La veía correr pavorosa de esa lluvia, esa lluvia despreciada, mal catalogada y casi olvidada, a esa lluvia asociada a frio y a soledad... una lluvia poco querida porque moja, porque entume y porque nos hace sentir pequeños, porque nadie la contempla, nos olvidamos de sentirla, de que busca unir y no huir, que quiere caminar con nosotros marcando nuestros pasos, acariciar el rostro y hacernos sentir vivo... porque sus grises no son tristeza, ni melancolía, porque el día no llora amargamente, es la manera en que el cielo se conecta con la tierra y nosotros somos los que nos interponemos... la vi correr como si la lluvia la castigara, como sí sus gotas fueran fuego en su piel... la vi correr y yo caminé dejando que esa lluvia sutil y poderosa cayera, sin sentirme ofendido o con ganas de salir huyendo... dejé que ella corriera en busca de refugio, tratando de alejarse de esa lluvia que se arremetía con fuerza contra el suelo, odiada por todos... y sin decir adiós, sin pedir permiso esa lluvia se marchó.

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