miércoles, 18 de mayo de 2011

Palabrotas

La rabia salía por la punta de mis dedos, sin pedir permiso... las palabrotas que deseaba decirle en su cara me las callaría, pues ella... la que camina con la cabeza en alto y con el aire revolviéndose el pelo tiene más poder que mis palabrotas que lo único que harían sería subirle el ego, ese ego podrido y hediondo a frustraciones... rayado por dolores y por falta de amor... ese amor del bueno, ese que te hace feliz, que te hace empático. No niego la posibilidad que sea feliz, porque hay de quienes les gusta sentir esa mierda por dentro. Ella ama el poder, destruir y no ceder es su cometido... mientras la rabia se escapa por mis dedos, sigo pensando en las palabrotas que me gustaría gritarle frente a esa sonrisa cínica mal dibujada como todas las rayas que hace sobre las hojas. La palabrotas que no desteñirían ni en lo más mínimo esa vestuario reiterativo y poco elegante... ese vestuario que la hace sentir importante que su rol es distintivo, como si hubiera conquistado la cima de alguna montaña... mientras la rabia que siento sigue saliendo por la punta de mis ideas y materializa estas palabras que me gustaría que fueran semillas y al crecer se convirtieran en las palabrotas que se merece... que se ganó... que ha hecho nacer. Como quisiera que leyera este, mi cometido... mi obra de arte, mi combinación acromática y armónica por contrate, no semejante a Kandinsky ni a Mondrían... tan mía, tan personal... tan rabiosa como una cabra mal humorada, porque su punto de vista me parece superfluo e irritante... porque sí palabras le faltan... estas palabras llenarán los espacios vacíos de su ser... porque mientras la rabia salga de mis dedos y siembre estas semillas que un día crecerán con la simple ayuda de su risita irónica y con esa espontaneidad que dice ser tan suya, tan propia... estas palabras son tan mías, tan propias... espontaneas de la rabia que me da su arte... y de la alegría que me da hacer mi arte.

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