El Toro

Paulo siempre fue un chico misterioso, desde el primer momento que nos conocimos supe que lo nuestro seria algo físico, sólo sexo para ser sincero. Mientras caminábamos trataba de deslumbrarme con sus grandes dotes de amante, de lo macho que era haciendo el amor, un toro fue la comparación que hizo de sí mismo, yo solamente sonreí y lo desafíe a que lo demostrara en una lucha cuerpo a cuerpo. El aceptó y por eso cambiamos el rumbo hacia mi departamento, en cuanto entramos se abalanzó sobre mí por la espalda y comenzó a quitarme la ropa de una forma desenfrenada, todo iba digamos que bien, porque no podía evitar sentir que era extraño o mejor dicho lo diferente de la forma en que guiaba el sexo, lo que realmente me sorprendió fue cuando poco antes de acabar grita en tono suplicante ¡Grita, por favor, grita! Eso me desconcertó por completo, en mi mente trataba de buscar el orgasmo, el clímax, pero no podía por que esa frase me rebotaba en la mente y me hizo darme cuenta que jamás llegaría, así que libere un clímax totalmente fingido… luego de eso se vistió, según él llamaría para repetirlo… pasaron los días, las semanas y eso nunca pasó, hasta que un día nos encontramos en un supermercado, sin decir mucho nos fuimos a su casa, al llegar nuevamente se abalanzó sobre mí y me quitó la ropa desenfrenadamente, pero esta vez el clímax no fue fingido del todo, pero tampoco una gran maravilla, está vez fue el tiempo, no duro prácticamente nada, yo me vestí y me largué de allí… hablando nuevamente tiempo después acordamos vernos, mientras esperaba a que llegará al lugar donde nos reuniríamos pensaba en lo extraño de todo, en lo a típico de su sistema, en lo poco comunicativo y cada vez que recordaba el ¡Grita, por favor, grita! me daba un pequeño ataque de risa, no sé pero cuando lo veía o cuando hablaba con él, no me importaba nada y sólo quería tirar con él, de pronto lo vi que se acercaba pero no donde mí, sino hacia otra persona, yo me acerqué donde él, pero me detuvo con un gesto de mano y se fue con la otra persona.