domingo, 13 de noviembre de 2011

Carta a mis padres


Recuerdo que hace cuatros años tomé mis maletas... partí temprano con la esperanza de hacer mis sueños realidad, recuerdo sus consejos antes de partir, pues en mis sueños también estaban tus sueños. Mi maleta era ligera pero ese latido en mi corazón era mi mayor impulso en que lo que hacía esta vez estaba bien. Me subí al bus, el camino me parecía nostálgico mi viaje comenzaba. Han pasado cuatro años desde aquel día y hoy quiero contarles lo que ha sido este viaje que me ha atraído aprendizajes, amistades. No ha sido fácil, a momentos fue duro, en otros me sentí tan fuerte tan valiente... pero cuando los momentos no eran ratos recordé tus consejos padre, aquellas charlas dónde nutrías con tus experiencias y me ayudabas a entender este mundo tan complicado, cuando la tristeza quería ganarle a la alegría recordaba tus canciones mamá, esas canciones que te emocionan y en ellas encontraba tus palabras, aquellas sabias palabras. Como si en ese instante te tele transportaras a mi lado y me regalonearás como cuando era pequeño... Mira ahora, ese pequeño niño que jugaba en tus faldas se ha convertido en un hombre, en todo un hombre. De las personas que he conocido puedo contarte de María, nunca imaginé que encontraría en aquella mujer una verdadera amistad, profunda, como los lazos que se hacen con un hermano. Me ha acompañado en todo este viaje pues nuestros sueños tienen algo en común. Espero con ansias el día de presentarla. El segundo año fue menos complicado, ya estaba acostumbrado al ritmo de todo, las cosas me salían del corazón, pues con el paso de los días sentía que esto era mi verdadera vocación, en ningún momento he dejado de pensar en vosotros pues son uds. mi mejor arma para luchar, sus consejos, su amor... ese amor incondicional salido del alma, esas almas puras y bondadosas que me esperan en casa. Al finalizar el segundo año ya estaba a mitad de camino... el tercer año comenzó distinto, me sentía distinto, me veía distinto y actuaba de manera distinta... pero todo en el fondo... para quienes me conocen simplemente me había convertido en alguien mejor. Nunca he dejado mi esencia, esa cosa del alma que no cambia que nos hace ser nosotros, esa cosa que los hace quererme como un ser único. Sin darme cuenta llegó el último año de mi viaje... los meses han pasado rápido... y ahora me encuentro de camino a casa... sí, regreso a su lado pues en este viaje he aprendido todo lo que necesito... y ahora es momento de volver. Quedan sólo tres semanas para llegar, semanas que de seguro se nos harán eternas, pero tengo la fe y la esperanza que el tiempo no las detenga y nada se interponga en este camino. Díganle a mi abuela que lo logré... que cumplí con mi promesa, que nuestros sueños se han cumplido, llevo a casa miles de maletas en las que guardo las mil y una historias que en estos cuatro años he vivido, llevo conmigo experiencias que jamás olvidaré y en el corazón el amor de personas que me acompañaron como parte de mi familia... esa familia que se construye con los años, que no la hace la sangre... ni la herencia. Es una familia nueva, que se quiere y se ama del alma... más allá del corazón. Los extraño y mi corazón desea abrazarlos fuerte... dile a mi padre que me espere con su firmeza porque no sé si resista las lágrimas y de seguro lloraré al verlo... a lo mejor ni siquiera las palabras me salgan de la boca para decirle: Un sueño cumplido. Dile a mi madre que este es sólo el primer paso para ser grande... que en estos años he seguido soñando... y tengo más sueños que cumplir. Y aunque me queda tiempo para regresar, no puedo esperar para decirles que los amo, que sin Uds. este viaje no habría sido posible... no así... no como lo imaginé... lleno de aventuras, de amigos, de paisajes y conocimientos... lleno de vida. Por eso GRACIAS, gracias por creer en mi maleta de sueños, por ver en mí lo que pocos habían visto y ahora veo tan claramente. Por ser como son... y por esperarme cuatro años... incondicionalmente...

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