jueves, 5 de enero de 2012

En tu mirada...


Han pasado dos días y este año que se teje de misterio, me abre las puertas de tu casa. Mi refugio anual a mis miedos, a lo que se debe ser… a lo que todos quieren ser. Pero dejemos la ropa en suelo y hablemos mirándonos a los ojos, desnudemos nuestras miradas y seamos honestos. No soy un chico escondido en un ropero temeroso de salir, la luz no me molesta y aunque no lo creas la oscuridad ya no me atormenta. Me siento fuerte… sé que ha pasado el tiempo y que he sido yo el que no quiere sacar el tema del ropero, pero hay veces en las que me pregunto ¿será necesario? ¿Cambiará algo entre nosotros? Y entre más lo guardo más secreto meto en el ropero y temo que un día al abrir la puerta caigan todos de golpe y te terminen lastimando más que si los sacaras de a uno. Como siempre estoy aquí a kilómetros de distancia escribiéndote esta carta un tanto extraña, salida de la televisión y de los frutos de mi imaginación, hace mucho tiempo que mis dedos no danzaban en tu pensamiento y es que siento que llegó la hora de decirnos la verdad. No quiero ser yo el que piense hablar, pues cuando lo pienso las palabras salen huyendo, me ignoran por completo y no tengo la fuerza de decirte, tenemos que hablar. A lo mejor y no es necesario y estoy aquí perdiendo el tiempo sin tener algo real que decirte, pero tú, en tu magia infinita me tienes aquí tratando de decir algo de lo que no estoy seguro, algo que nunca he preparado y de pronto así, sin más. Después de un día extraño quiere salir arrancando de mi pecho como un niño hacia la fábrica de dulces. Por favor, no me mires como esperando que diga la palabra, anda ve al ropero y toma de las cajas, en ella se esconde un secreto. Cuando la habrás sabremos si es tuyo o es mío. Necesito que ese ropero quede vacio, temo por tu corazón se vea lastimado por la cantidad de cajas en su interior. Anda, di algo. Sabes que hablar no es mi fuerte, apenas aguanto las lagrimas en mis ojos. Y las ganas de salir corriendo están golpeando la puerta, di algo. El tiempo está por llegar y pondrá en el ropero aún más secretos. Tú callada sin decir nada, te levantas abres la puerta y dándome un abrazo me acompañas al patio. El ropero está hecho para guardar secretos y entre tú y yo no hay nada que decir. 

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