martes, 17 de julio de 2012

La Camisa


Esa noche hacía menos frío de lo habitual y aunque ya estaba acostumbrada a estar de pie en la misma esquina, esperando que algún cliente llegara y quisiera mis servicios... esa noche algo extraño había en el ambiente, algo que me hacía sentir temerosa, como si se tratara de una sensación premonitoria o algo parecido. Le quite importancia y seguí luciendo mis atributos a cuanto auto pasaba por la esquina, algunos bocinaban y otros se detenían, pero nada concreto. Hasta que cerca de las 4 am cuando ya casi me resignaba que no ganaría nada, apareció un auto rojo, un sedan prácticamente nuevo, con los vidrios polarizados, un hombre de unos 30 años conducía el vehículo... se acercó al vidrio y con una cortesía que me llamó profundamente la atención preguntó por el valor del servicio completo... nerviosa por esa maldita sensación contesté... El hombre retrocedió unos centímetros y luego volvió asomarse... Acepto dijo... con la misma cortesía con la que me saludó. Justo cuando estaba dispuesta a subirme al auto él me detuvo... Espera, quiero pedirte algo... yo no sabía qué contestar, pero esos ojos honestos y nerviosos me hicieron responder, anda dime... Quiero que vayamos a mi departamento, no respondí nada y me subí al auto. Mientras conducía me hablaba de lo mucho que le gustaba la ciudad, la hermosa vista... usaba unas palabras extrañas que me maravillaban... sonaban tan hermosas. Comparaba aquellas calles vacías con historias que nunca había imaginado. Llegamos hasta un edificio apartado de la ciudad, tenía miedo... nunca había llegado a ese punto. SE bajó él primero, abrió la puerta de mi auto, me tomó la mano y me condujo al ascensor, una vez en el me besó lento, muy lento... me imaginé que así se besan las personas cuando se aman y me dejé querer. Su departamento era un piso completo me condujo por la sala de estar hasta su habitación... en ella me volvió a besar, aún más lento que en el ascensor. Tocó mi piel con la yema de sus dedos haciendo que se me erizara la piel. Me desnudó y lo desnudé, cuando quise quitarle la camisa se negó... nos tiramos en la cama. Mi mente no era capaz de reconocer tal acto sexual... siempre en este trabajo los hombres te usan como un objeto. Él era distinto... me penetró con cuidado... continuaba acariciando mi piel fría y besando mis labios... no me preocupé del tiempo aunque sabía que había pagado por una hora. En mi cabeza entre el placer y las dudas, cambié la posición quedándome arriba, desabroché un botón de su camisa y pase mi mano en su pecho, un pecho firme... pero algo faltaba. pasé mi mano hacía el otro lado y ahí estaba lo que en el otro no... continuamos haciéndolo pero seguía pensando en lo que le faltaba. Una vez que acabó se fue al baño, mientras me vestía se acercó, beso mi frente y me tomó la mano... no me había percatado pero ya era de mañana, me sentó en el comedor y me preparó el desayuno, cerca de las 10 am. me dejó en la misma esquina donde me recogió... 

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